miércoles, 4 de noviembre de 2015

Leído: Blitz de David Trueba

David Trueba, Blitz. Barcelona: Anagrama, 2015. 176 p.

Hace unos años me leí una de las novelas de David Trueba, Saber perder, y me gusto. Y cuando publico esta con este título tan alemán, me propuse leerlo.
Se trata de una novela, tal y como la describe la sipnosis, trágicacomedia romántica, donde se explican las aventuras de Beto cuando su pareja le abandona en Múnich, a donde han ido a un congreso de paisajismo,  y él pasa unos días en la ciudad intentando superar este momento, y como con Helga, una traductora del congreso, empieza a ver la vida de otra manera. Me ha gustado el tratamiento de la zozobra del protagonista después de la ruptura sentimental, y la última parte cuando Beto se viene a vivir a Barcelona, mucho más.
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Blitz podría ser una tragicomedia romántica. Pero como ese género no existe, estamos invitados a ignorar las etiquetas y centrarnos de manera apasionada en la peripecia de los personajes. En especial de Beto, un joven arquitecto paisajista que llega a las costas de Múnich en medio de un naufragio vital y sentimental. Invitado a participar en un concurso que podría solucionar sus perspectivas de futuro, ha llegado acompañado por su novia. Pero, casi al instante, su estancia en Alemania se convertirá en una comedia humana. Bajo el destello de un relámpago, que es exactamente lo que significa la palabra blitz, tendrá que afrontar un cambio de vida y de ideales.

Llena de emotivas instantáneas del amor perdido, bajo una escritura afilada por el sentido del humor, los personajes parecen deslizarse dentro de un reloj de arena. Porque será la reflexión sobre el discurrir del tiempo lo que conduzca al protagonista hacia una mujer de otra edad, Helga, en un encuentro intergeneracional que es el corazón del relato. Pegado a los pensamientos de Beto, el lector no dejará de preguntarse a cada momento por lo que le espera en la página siguiente. ¿Y ahora qué?

La respuesta se esconde en esta narración destilada, la esperada nueva novela de David Trueba tras Saber perder, que se alzó con el Premio de la Crítica en 2008.

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