viernes, 18 de marzo de 2016

Leído: La vispera de casi todo de Victor del Arbol

Víctor del Árbol, La víspera de casi todo. Barcelona: Planeta, 2015. 416 p. Ganador Premio Nadal 2015

En estos tiempos que corren leer premios literarios no es garantía de buena literatura, pero en este caso el premio Nadal, que antaño estaba patrocinado por Ediciones Destino y ahora por el todopoderoso grupo Planeta, continúa manteniendo un cierto nivel en cuanto a sus obras ganadoras, y no se guía tanto por otros parámetros más económicos como el Premio Planeta.

Este 2015 lo ha ganado Víctor del Árbol con esta novela policiaca ambientada en España en la época actual. Este escritor, barcelonés del 1968, fue antes policía y ha estudiado Historia en la UB. Ha publicado obras como El peso de los muertos, El abismo de los sueños, La tristeza del samurái, Respirar por la herida y Un millón de gotas.

La novela está protagonizada por Germinal Ibarra, un policía desencantado que reside en Galicia después de recorrer parte de la península, y por Paola, una mujer que huye de su pasado sangriento, y que se establece en La Coruña. Y explica en qué desagradables circunstancias se conocieron (la muerte de la pequeña hija de Paola por un depredador sexual), y como pasado un tiempo y bastante distancia geográfica vuelven a coincidir, para rememorar ese pasado del que a ambos les gustaría huir. Paralelamente se explica la vida de los personajes que giran alrededor de Paola, la mujer que le alquila una habitación en un pequeño pueblo y que vive traumatizada por la desaparición de su joven hija años atrás, del anciano argentino, que busca al asesino de su esposa muerta durante la dictadura los generales de Argentina, que vive con su nieto huérfano que padece alguna enfermedad del espectro autista, y que habla con una niña que no existe. Todas estas historias hacen que los personajes se relacionen y avance hacia un final, que cómo la vida misma no es ningún final sino la víspera de casi todo, por qué los finales felices pertenecen a los cuentos infantiles.

De Víctor del Árbol leí este verano La tristeza del samurái y me pareció una buena novela que me dio que pensar durante unos cuantos días, refrendado por las impresiones que pude intercambiar con él por twitter @Victordelarbol, un pequeño placer el que el autor te conteste. Y cuando le dieron el premio Nadal me alegré mucho. Y en cuanto me fue posible: a leerlo, y la verdad es que continúa con el mismo estilo, policias muy humanos, víctimas infantiles (quizás lo que peor llevo) y las consecuencias negativas de tanta violencia en la sociedad.

Tema aparte merece el tratamiento de las víctimas infantiles en la novela policíaca española actual, creo que ha llegado un momento donde ha dejado de ser un tabú, para incorporarse plenamente como un tema del que se puede hablar muy abiertamente, novelas como El guardián invisible y su saga de Dolores Redondo, Las niñas perdidas de Cristina Fallarás, La tristeza del samurái de Víctor del Árbol, El gran frio de Rosa Ribas y Sabine Hofmann, hablan de muertes de niños y niñas con total libertad, y esto en mi caso, con un hijo pequeño me da repelús. El último tabú el de la violencia y muerte de niños ha desaparecido.

En definitiva, creo que es una buena novela policíaca escrita por un escritor que conoce el talante de las personas y de la desesperación que conlleva la condición humana.

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Germinal Ibarra es un policía desencantado al que persiguen los rumores y su propia conciencia. Hace tres años que decidió arrastrar su melancolía hasta una comisaría de La Coruña, donde pidió el traslado después de que la resolución del sonado caso del asesinato de la pequeña Amanda lo convirtiera en el héroe que él nun ca quiso ni sintió ser. Pero el refugio y anonimato que Germinal creía haber conseguido queda truncado cuando una noche lo reclama una mujer ingresada en el hospital con contusiones que muestran una gran violencia. Una misteriosa mujer llamada Paola que intenta huir de sus propios fantasmas ha aparecido hace tres meses en el lugar más recóndito de la costa gallega. Allí se instala como huésped en casa de Dolores, de alma sensible y torturada, que acaba acogiéndola sin demasiadas preguntas y la introduce en el círculo que alivia su soledad. El cruce de estas dos historias en el tiempo se convierte en un mar con dos barcos en rumbo de colisión que irán avanzando sin escapatoria posible.

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