lunes, 7 de septiembre de 2015

Leído: Un highlander en mi cama (El legado de Ravenscraig) de Allie Mackay y Sue-Ellen Welfonder

Allie Mackay, Sue-Ellen Welfonde, Un highlander en mi cama. [S.l.]: Gruenwald, 2015.


Una novela romántica con elementos paranormales. Una joven ya madurita se enamora de hombre guapisimo que resulta ser un fantasma de un clan, que justamente al que ella pertenece, en fin casi pura ciencia ficción. Según la crítica es una novela divertida y de lo mejor del genéro, a mi me ha parecido una suma de clichés románticos tremendos, con lo que mi opinión no es muy buena. Y encima resulta ser la primera de una saga: El legado de Revenscraisg.

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La pragmática Mara McDougall no cree en el más allá. Pero un viaje a Escocia y un apuesto fantasma harán que cambie de opinión...

Mara, una guía turística que trabaja por cuenta propia, está harta de pasear a sus clientes por todo Londres, así que decide tomarse un descanso en una tienda de antigüedades. Allí se topa la cama más bonita que ha visto en su vida y se tropieza con el hombre más guapo que ha visto jamás: un individuo con un dulce acento escocés, una mirada penetrante y una cicatriz en uno de sus musculosos hombros. A pesar del mal comienzo, Mara no puede negar la atracción que siente por aquel irresistible highlander. Pero entonces descubre que ha heredado un castillo en Escocia. La joven cree que los trámites que debe realizar para reclamar esa inesperada herencia le ayudarán a borrar de su mente al atractivo escocés, pero nada más lejos de la realidad.

Convertido en fantasma, sir Alexander Douglas lleva siglos maldiciendo el apellido MacDougall. Douglas es un caballero medieval que, en su época, estaba prometido con una joven a la que todavía no conocía. Este murió a manos de un miembro del clan MacDougall que pretendía a la muchacha y que, además, lo condenó a vigilar eternamente la cama destinada a su futura esposa. Ahora Alexander no se detendrá ante nada para mantener la suntuosa cama con dosel alejada de los MacDougall (o McDougall). Pero cuando Mara compra la cama para su castillo, él se da cuenta de que esta poco tiene que ver con su enemigo. Al menos ella era la primera MacDougall que le hacía arder de pasión y añorar lo único que nunca había creído que echaría de menos: el amor.

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